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Extracto:Los productores de vino y aceite temen quedar fuera del mercado estadounidense. En España el sector que más sufriría si la Unión Europea no llega a un acuerdo con el gobierno de Trump es la agricultura.
El campo español lleva en terreno hostildesde hace meses. La amenaza de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos —reinstaurados por el presidente Donald Trump tras su regreso a la Casa Blanca— ha situado de nuevo al vino y el aceite de oliva en el centro de una disputa comercial que golpea con fuerza su potencia exportadora. Así, a partir del 1 de agosto, si la Unión Europea no alcanza un acuerdocon EEUU entrará en vigor un arancel del 30 % sobre una amplia gama de productos europeos. Y aunque desde Bruselas se transmite templanza, también se amaga con una respuesta dura si la amenaza estadounidense llega hasta el final sin acuerdo.
El riesgo no es pequeño porque los aranceles afectan al 70% de las exportaciones europeasy en España se teme un golpe mayor en la agricultura,sobre todo en productos como los mencionados de aceite de oliva o el vino, pero también la aceituna y otros sectores como la maquinaria o la industria farmacéutica. El impacto total puede suponer una caída del 14% en las exportaciones nacionales, unos 2.500 millones de euros.
Para las bodegas y almazaras españolas, este escenario no es nuevo. “Con el 10% de arancel las ventas ya están cayendo, así que un incremento hasta el 30% es directamente un disparate. Nos echaría del mercado”, advierte José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino (FEV). “Ese porcentaje no lo podemos asumir. Las bodegas perderían mucha presencia en uno de los mercados más importantes del mundo”.
Estados Unidos es el segundo destino en valor para el vino español, solo por detrás de Alemania. En 2024, las exportaciones alcanzaron los 390 millones de euros. La mayoría de los envíos son vinos embotellados de alto valor económico que se venden a precios elevados. Eso multiplica el posible impacto de cualquier arancel. “Un arancel del 30% tendría un impacto indudable sobre la competitividad del vino español en Estados Unidos, un mercado que valoramos especialmente por su estabilidad, potencial y capacidad para apreciar nuestros vinos de calidad”, resumen desde la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE).
El impacto ya es visible.En abril, las exportaciones españolas de vino a Estados Unidos cayeron un 20,8 % respecto al mismo mes de 2024, según los últimos datos del sector. Y aunque entre enero y marzo las ventas crecieron por efecto de compras anticipadas, el desplome posterior ha confirmado el diagnóstico: la incertidumbre y los aranceles ya están dañando la facturación.
El aceite de oliva, aún más expuesto
El vino no es el único en peligro. El aceite de oliva se enfrenta a una amenaza aún más directa. En 2024, España exportó a Estados Unidos aceite por valor de 1.013 millones de euros, un 58 % más que el año anterior, y casi un tercio de todas las ventas agroalimentarias al país. Con una tarifa adicional, el producto perdería competitividad frente a proveedorescomo Marruecos, Turquía o Argentina. “Si el arancel se aplica a todos los países, el impacto será menor. Pero si, como ya ocurrió con la aceituna negra, solo se impone a España, será devastador”, ha advertido Rafael Pico, director de Asoliva, la patronal del sector exportador de aceite, en ocasiones anteriores.
Rafael Navas, secretario general de Asaja Córdoba, considera que cualquiernueva barrera comercial es perjudicial para el campo. “Cualquier imposición de arancel es una mala noticia, porque eso dificulta la exportación. Es una mala noticia para el sector, aunque no es nuevo: ya ocurrió incluso con Biden”, afirma. Reclama una defensa más firme por parte de las instituciones: “La Comisión Europea y el Gobierno de España nos tienen que defender. Nos quejamos de que nos imponen aranceles, pero también soportamos cargas brutales sobre productos que necesitamos, como los abonos, con aranceles a los fertilizantes rusos y bielorrusos. Eso supone más dificultades para vender y mayores costes para producir”.
Los recuerdos del precedente de 2017 siguen frescos. Aquel año, Estados Unidos impuso un arancel del 35% únicamente a la aceituna negra española, con un coste acumulado de más de 180 millones de euros en exportaciones perdidas. Hoy, el temor es que Trump repita la jugada con el aceite o el vino.
Tensión diplomática y descoordinación
El Ejecutivo comunitario ha prorrogado la suspensión de sus contramedidas “hasta principios de agosto”, con la esperanza de alcanzar un acuerdo. Pero la oferta a Trump se basa en ventajas para el sector industrial, lo que ha encendido aún más a los productores agrarios. Aunque el vino español llega a 189 países, los grandes consumidores —como Estados Unidos, Reino Unido o Alemania— siguen siendo insustituibles a corto plazo. “Los países con más potencial no tienen cultura del vino. No basta con llegar, hay que educar al consumidor”, señalaba Susana García, directora de la OIVE, en declaraciones a .
El balance económico del sector es contundente. El vino español vende más fuera que dentro del país desde 2004. Con más de 3.500 millones de euros anuales en ventas internacionales y un superávit de 3.100 millones, representa uno de cada cinco euros del saldo comercial positivo de toda la industria alimentaria. El aceite de oliva, por su parte, es el gran emblema del campo español, con presencia en más de 170 países y un papel central en la dieta mediterránea.
Respuesta institucional en marcha, pero con dudas
El Gobierno español ha anunciado un plan de contingencia de 14.100 millones de euros para mitigar el impacto de los aranceles, a través de avales, créditos ICO y ayudas sectoriales. Pero las principales organizaciones agrarias lo consideran insuficiente. “La Unión Europea nos tiene que defender, que despierten y defiendan de una vez por todas a los productores europeos”, pide Navas.
Desde la Federación Española del Vino se ha pedido formalmente a la Comisión Europea que el vino quede fuera de la lista de represalias y de medidas arancelarias cruzadas. Lo mismo ha hecho la patronal europea del sector, el CEEV, que reclama una cláusula de “cero por cero” para los productos alcohólicos. “Esta situación global de incertidumbre sobre el futuro de los aranceles y las barreras al mercado estadounidense no ayuda. En el sector hay gran preocupación porque Estados Unidos es un sector del que no podemos prescindir”, denuncia Benítez.
Desde la Organización Interprofesional del Vino de España(OIVE) reclaman una respuesta coordinada y eficaz por parte del Gobierno y de la Comisión Europea, con el fin de que el vino quede excluido de cualquier medida arancelaria derivada del conflicto comercial entre Bruselas y Washington. “El sector vitivinícola no debe verse perjudicado por disputas ajenas a su actividad”, subrayan, y piden que se defienda con firmeza su papel estratégico.
El vino español, recuerdan, genera un Valor Añadido Bruto de 22.350 millones de euros, aporta más de 4.260 millones a las arcas públicas y emplea a más de 368.000 personas, lo que representa un 2% del empleo nacional. Es también un elemento vertebrador del territorio rural y una seña de identidad europea reconocida internacionalmente. Desde la organización confían en que, con unidad institucional y diálogo internacional, se pueda preservar la competitividad del sector y mantener su proyección en mercados clave como el estadounidense.
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